Un medio de comunicación es un objeto que se emplea para transmitir información de un sujeto a otro. Su rol es trascendental en cualquier sociedad democrática donde la libertad de expresión y la variedad de fuentes de información deben ser instituciones básicas.
En los últimos años, las políticas en materia de telecomunicaciones han provocado la liberación y desregulación de los mercados. Pero esa estructura basada en la ley de la oferta y la demanda determina que el fin último de esos medios es la ganancia económica y es esta la que define las tendencias en cuanto al contenido de la información, variedad de la programación y ha llevado además a la agrupación de los medios, lo cual facilita la uniformidad de los mensajes. Sorprende a veces observar cómo todas las versiones sobre un hecho coinciden, son casi unánimes. Unas pocas agencias de noticias producen la información para muchos medios. En eso radica su poder, en la concentración que facilita el control. Tienen la posibilidad de dar a la gente el mensaje que quieren y no necesariamente el que conviene a la ciudadanía. Sus intereses económicos y políticos prevalecen sobre su obligación de informar y servir a la sociedad.
La concentración de las comunicaciones limita el derecho a la información porque permite la imposición de un pensamiento único y de esa manera, las corporaciones mediáticas ejercen un enorme y peligroso protagonismo ideológico, se convierten en un instrumento de control del pensamiento, manipulan las ideas y la ciudadanía inerme y agobiada por el cúmulo de información no alcanza a digerirlo todo. Toma lo que sea, como le llegue, sin preocuparse demasiado. Sus criterios muchas veces no se ajustan con la interpretación de los hechos pero puede más el poder de los medios que terminan imponiendo sus puntos de vista según sus intereses y los de sus anunciantes.
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