EXPLICACIÓN Y COPIA
Diversidad de tendencias estéticas
La consideración unilateral de un fenómeno tan complejo como es la experiencia e., vista en toda su integralidad, difracta el análisis filosófico en multitud de corrientes, perspectivas y métodos, fecundos en cuanto a la visión del hecho estético que facilitan, pero insuficientes por la exclusividad con que son propugnados. Su estudio global constituye todo un programa de ciencia e. verdaderamente comprehensiva y fiel a las exigencias de la realidad.
Por el hecho de hallarse lo bello, entendido en el sentido amplio indicado anteriormente, concretado y realizado en entidades individuales sin reducir su alcance a cada una de ellas, vistas como entidades autónomas y aisladas, cabe abordar el hecho estético de modo empírico-científico y de modo filosófico. G. T. Fechner distinguió una «e. desde arriba» (filosófica, deductiva) y una «e. desde abajo» (empírica inductiva). Casi todos los autores presienten que esta división debe ser aceptada más con carácter complementario que dilemático. De hecho, sin embargo, suelen inclinarse con marcada preferencia, si no con patente exclusividad, hacia uno de sus extremos.
a) Método empírico-científico. Tendencia psicológica, objetivista, etnológica, sociológica, geomorfológica, evolucionista, tecnológica, histórico-cultural, etc.
b) Método filosófico. Aun siendo inaceptable la equiparación del método deductivo y el filosófico, ciertas corrientes filosóficas tendieron a elaborar sus teorías e. a partir de principios generales y sobre una base experiencial precaria. Ello ha provocado fuertes reacciones, un tanto extremistas, de carácter antiespeculativo, como puede verse en los esquemas siguientes relativos a la diversificación interna del método filosófico.
Según la importancia que conceden los estetas a la especulación sistemática puede distinguirse: a) una e. metafísica, al modo de Hegel y sus seguidores (Schelling, Schopenhauer, H. Glockner, M. Beck, P. Háberlin, 1. Volkelt, T. Ziehen, cte.), y b) una e. antimetafísica, como la propugnada por Comte, Spencer y casi todos los estetas desde 1860 a 1910, fecha en que realiza Volkelt un ensayo de conciliación.
La peculiar orientación metafísica de cada esteta, es decir, su concepción de lo real en cuanto tal y la consiguiente selección, en calidad de modélico, de un determinado estrato de la realidad, divide a la e. en: a) Idealista (Platón, Plotino, Hegel, Schelling, Schopenhauer, Schleiermacher, Solger, Bosanquet). La belleza se funda en la mayor o menor participación en las esencias por parte de los objetos considerados como bellos. En lo bello transparece lo divino (Plotino), la Idea (Hegel). Según Schelling, lo bello es la representación de lo infinito en lo finito, y muestra en sensible encarnación la unidad de lo ideal y lo real, lo teórico y lo práctico, lo subjetivo y lo objetivo. b) Realista (Herbart, 1. ven Kirchmann). c) Social-objetivista (G. Lukács, realismo crítico soviético).
Por lo que toca al método de acceso a lo real, la e. ofrece un carácter: a) racionalista (de Descartes a Leibniz, Wolff, Baumgarten); b) empirista (Burke, Home, Hutcheson, Reid, Stewart).
La actitud criteriológica decide una triple orientación e.: a) Dogmática. Muy extendida, debido a la escasa influencia del criticismo de Hume y Kant sobre la investigación e. b) Escéptica. Ante la esencial ambigüedad y difusividad de la experiencia e. se reacciona, en casos, con una cautelosa suspensión de todo juicio definitivo (M. Dessoir). c) Criticista (de Schiller a los neokantianos). La escuela neokantiana de Marburgo (Cohen, Natorp) tiende a justificar críticamente el juicio de valor estético, fundamentándolo apriorísticamente en las condiciones superiores de la conciencia (cfr. la obra de Cohen, Estética del sentimiento puro). La escuela neokantiana de Friburgo se muestra más fecunda estéticamente. 1. Cohen pone en juego un método deductivo, pero los principios de tal deducción intenta hallarlos en el ámbito estético mismo.
De la diferente valoración de los juicios estéticos se siguen dos formas diversas de e.: a) normativa o absolutista: admite normas y criterios como módulos del gusto individual; b) descriptiva o relativista: el juicio estético queda a merced del gusto cambiante.
Según el número de principios fundamentales admitidos, la e. se orienta de un modo: a) Singularista. Sólo se admite una categoría e. fundamental. Volkelt y Lipps se deciden por la endopatía (Einfühlung, fusión de visión y sentimiento que tiene lugar al proyectar el sujeto sus sentimientos sobre el objeto intuido). Lo decisivo es la vida humana que se expresa en las formas y se capta a través de un proceso endopático. La forma sensorial es sólo expresión y símbolo de la personalidad humana que en ella vibra por vía de inmersión. El estudio de este simbolismo, desde diversas posiciones metodológicas, influidas por el hegelianismo, el psicologismo, el panteísmo romántico, cte., da lugar a una de las corrientes e. más fecundas: la teoría de la Einfühlung o endopatía (1. G. Herder, Novalis, luan Pablo Richter, Lotze, F. T. Vischer, R. Vischer, H. Siebeck, P. Stern, Vernon Lee, T. Lipps, K. Groos, V. Bash, 1. Volkelt). b) Dualista. Se reconoce la existencia de dos principios fundamentales: forma y contenido. Para T. A. Meyer la belleza es la plenitud vital hecha forma. La belleza agrada por su contenido y por la adaptabilidad de la forma para conferirle un cuerpo expresivo adecuado. La belleza en su máxima configuración une la belleza formal y la material. c) Pluralista. Se propugna la existencia de diversos principios, frente a la tendencia reduccionista de los pensadores «sistemáticos».
Al polarizarse la atención del filósofo en uno de los dos elementos que integran la experiencia de lo bello (el sujeto y el objeto), la e. se divide en:
a) Subjetivista. Analiza preferentemente la reacción del sujeto ante el objeto; las características internas del acto estético de creación, ejecución o contemplación; la fenomenología de la experiencia estética, etc. La teoría psicoanalítica (S. Freud, Baudouin, O. Rank) reduce el secreto del arte a una función liberadora de ciertos deseos reprimidos. Para la teoría del placer (H. R. Marshall, M. Porena, G. Santayana, J. M. Guyau), la belleza es lo que agrada a la mente en calidad de valor objetivo. La tendencia expresionista (Croce, E. F. Carrit, R. G. Collingwood) ve en la expresión el hecho estético fundamental, y, dado que el lenguaje es la forma expresiva originaria y radical, la e. se convierte en filosofía del lenguaje. La teoría de la Einfühlung responde en general a una tendencia subjetivista, pero algunos de sus autores (Volkelt, sobre todo) se preocupan de subrayar el carácter objetivo de los sentimientos estéticos. El desplazamiento de la atención hacia el sujeto responde más al afán de precisar ciertas vertientes decisivas del acto estético que al desconocimiento de que la belleza es un atributo rigurosamente propio del objeto denominado bello.
b) Objetivista. Concede prevalencia al estudio del objeto estético y sus diferentes planos entitativos. La «Ciencia general del Arte» (Allgemeine Kunstwissenschaf t) entiende la investigación rigurosa de los fenómenos estéticos como filosofía del arte y la orienta al estudio concreto de los elementos que integran el hecho artístico y su elaboración (H. Taine, G. Semper, K. Fiedler, A. Schmarsow, E. Grosse, B. Christiansen, G. L. Raymond, H. Wolfflin, W. Worringer, E. d'Ors, E. Utitz, M. Dessoir). En su obra póstuma, Aesthetik (1953), N. Hartmann subraya la necesidad de fomentar el análisis del objeto (Gegenstandsanalyse) frente a la proliferación del análisis del acto (Aktanalyse).
Según la función que se juzga decisiva en el acto subjetivo estético, la e. subjetivista se subdivide en: a) Emocional. Para K. S. Lausila lo decisivo en la experiencia e. radica en el influjo que ejerce el objeto bello sobre la vida sentimental y humana. b) Intelectualista. La vivencia e. constituye esencialmente un acto de intuición o representación de carácter intencional objetivo. Para Schopenhauer, la conducta e. no es fundamentalmente cosa del sentimiento, sino del entendimiento puro y la intuición intelectual, en cuanto aprehende la esencia pura de los seres de modo desinteresado y contemplativo, con plena independencia de cualquier fin extraño propuesto por la voluntad. De ahí el carácter purificador del arte.
Dada la inevitable dualidad de planos entitativos que convergen en el objeto estético, la e. objetivista se escinde a menudo en dos modalidades: a) Contenidista (o contenutista). La vertiente fundamental de la experiencia e. viene dada por el contenido vital del objeto estético: las ideas encarnadas en la forma sensible expresiva. La e. contenidista de carácter idealista está representada por las teorías especulativas, de orientación marcadamente deductiva, de Hegel, Schelling, Solger, Schleiermacher, F. T. Vischer. La belleza radica en el contenido espiritual y su expresión. E. von Hartmann y P. Moos elaboraron una e. del contenido musical de carácter concreto idealista. La música es expresión de sentimientos espirituales y estados de ánimo (v. II). b) Formalista. Lo eficientemente estético es el orden o configuración formal de la apariencia sensible. El agrado característico de la experiencia e. viene producido por la relación de armonía entre las partes de una diversidad. La belleza radica en el buen orden de las partes y en su armonía mutua, según medida, proporción, número y ritmo, condiciones que hacen posible una fácil, agradable y gozosa captación del objeto. Las características de tal relación armónica fueron objeto de muy detenidos estudios por parte de los estetas antiguos y medievales. Modernamente, Herbart y R. Zimmermann consagraron a este tema amplios análisis. E. Hanslick defiende un formalismo extremo; la música no es, a su juicio, sino una forma tonalmente dinámica.
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