RAZÓN CONTRA PERCEPCIÓN.
Desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX la cuestión principal en
epistemología
contrastó la razón contra el sentido de percepción
como medio para adquirir el conocimiento. Para los racionalistas, entre los más
destacados el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza y el alemán,
Gottfried Wilhelm Leibniz, la principal fuente y prueba final del conocimiento
era el razonamiento deductivo basado en principios
evidentes o axiomas. Para los empiristas, empezando por los filósofos
ingleses Francis Bacon y John Locke, la fuente principal y prueba última del
conocimiento era la percepción.
Bacon inauguró la nueva era de la ciencia
moderna criticando la confianza medieval en la tradición y la autoridad
y aportando nuevas normas
para articular el método
científico, entre las que se incluyen el primer grupo
de reglas de lógica
inductiva formuladas. Locke criticó la creencia racionalista de que los principios
del conocimiento son evidentes por una vía intuitiva, y argumentó que todo
conocimiento deriva de la experiencia, ya sea de la procedente del mundo
externo, que imprime sensaciones en la mente, ya sea de la experiencia interna,
cuando la mente refleja sus propias actividades. Afirmó que el conocimiento
humano de los objetos físicos externos está siempre sujeto a los errores de los sentidos
y concluyó que no se puede tener un conocimiento certero del mundo físico que
resulte absoluto.
El filósofo irlandés George Berkeley estaba de acuerdo con Locke en que
el conocimiento se adquiere a través de las ideas, pero rechazó la creencia de
Locke de que es posible distinguir entre ideas y objetos. El filósofo escocés
David Hume siguió con la tradición empirista, pero no aceptó la conclusión de
Berkeley de que el conocimiento consistía tan sólo en ideas. Dividió todo el
conocimiento en dos clases: el conocimiento de la relación de las ideas —es
decir, el conocimiento hallado en las matemáticas
y la lógica, que es exacto y certero pero no aporta información
sobre el mundo— y el conocimiento de la realidad —es decir, el que se deriva de
la percepción. Hume afirmó que la mayor parte del conocimiento de la realidad
descansa en la relación causa-efecto, y al no existir ninguna conexión lógica
entre una causa dada y su efecto, no se puede esperar conocer ninguna realidad
futura con certeza. Así, las leyes
de la ciencia
más certeras podrían no seguir siendo verdad: una conclusión que tuvo un
impacto revolucionario en la filosofía.
El filósofo alemán Immanuel Kant intentó resolver la crisis
provocada por Locke y llevada a su punto más alto por las teorías
de Hume; propuso una solución en la que combinaba elementos del racionalismo
con algunas tesis
procedentes del empirismo. Coincidió con los racionalistas en que se puede
tener conocimiento exacto y certero, pero siguió a los empiristas en mantener
que dicho conocimiento es más informativo sobre la estructura
del pensamiento que sobre el mundo que se halla al margen del mismo. Distinguió
tres tipos de conocimiento: analítico a priori, que es exacto y certero
pero no informativo, porque sólo aclara lo que está contenido en las
definiciones; sintético a posteriori, que transmite información sobre el
mundo aprendido a partir de la experiencia, pero está sujeto a los errores de los sentidos,
y sintético a priori, que se descubre por la intuición y es a la vez
exacto y certero, ya que expresa las condiciones necesarias que la mente impone
a todos los objetos de la experiencia. Las matemáticas
y la filosofía, de acuerdo con Kant, aportan este último tipo de conocimiento.
Desde los tiempos de Kant, una de las cuestiones sobre las que más se ha
debatido en filosofía ha sido si existe o no el conocimiento sintético a
priori.
Durante el siglo XIX, el filósofo alemán George Wilhelm Friedrich Hegel
retomó la afirmación racionalista de que el conocimiento certero de la realidad
puede alcanzarse con carácter absoluto equiparando los procesos
del pensamiento, de la naturaleza
y de la historia.
Hegel
provocó un interés
por la historia
y el enfoque histórico del conocimiento que más tarde fue realzado por Herbert
Spencer en Gran Bretaña y la escuela
alemana del historicismo. Spencer y el filósofo francés Auguste Comte llamaron
la atención sobre la importancia de la sociología como una rama del
conocimiento y ambos aplicaron los principios
del empirismo al estudio de la sociedad.
La escuela
estadounidense del pragmatismo, fundada por los filósofos
Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey a principios de este siglo,
llevó el empirismo aún más lejos al mantener que el conocimiento es un
instrumento de acción y que todas las creencias tenían que ser juzgadas por su utilidad
como reglas para predecir las experiencias.
LECTURA Y DEBATE DEL TEMA
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